Hinds: «Miley Cyrus canta en bolas y a nosotras nos quieren cambiar frases»

Bea Langreo

  • "En España, se respeta muchísimo menos a los músicos", comenta Ana, voz y guitarra del conjunto.
  • "A veces, todo es tan paternalista que te dan ganas de decir que no eres tonta".
  • "Queremos que el nuevo disco suene bien en un coche, con más bajos y menos agresivo".

Apenas superan la veintena, pero ya han levantado todo tipo de reacciones. Hinds cosechan cada vez más éxito en círculos nacionales e internacionales (ya les da “para vivir de ello”, cuentan), y cierran este sábado en La Riviera de Madrid una gira en la que se subieron a varios escenarios nacionales después de pasar por Estados Unidos y Reino Unido, donde siempre las han recibido con los brazos abiertos.

Ya se ha dicho de todo, pero nadie puede discutir que son auténticas. Ana, Carlotta, Amber y Ade lo pasan bien en el escenario, y continúan fieles a sus principios, a su estilo y hasta a las etiquetas que marcaron su primer disco, Leave me alone (Lucky Number, 2016), con el que se hicieron un hueco en la escena garaje actual.

¿Mantendrán su sonido en el segundo trabajo?
Carlotta (C.): Sí, va a ser nuestra regla, grabaremos todo antes y será algo que nos pertenezca. Aunque al mismo tiempo sí nos apetece dar un salto de producción.
Ana (A.): El disco anterior era muy guarro, muy lofi. Seguiremos grabando en directo, con distorsión, pero queremos que pueda sonar bien en un coche, con más bajos, más balance y menos agresivo.

¿Se sienten cómodas con la etiqueta de garaje?
A.: La gente normalmente odia las etiquetas, pero nos encanta.

¿Y siendo las representantes del garaje en España?
A.: No somos solo garaje. Podemos sonar pop, punk o incluso naíf, así que no diría que somos las presidentas, solo las que más salen y a las que más se ve.

¿Cómo se han tomado fuera que uno de los nuevos temas (Holograma) sea en español?
A.: Les encanta. Hay mucha gente en Latinoamérica que se siente muy cerca de nosotras, así nos pueden comentar en castellano. Ha sido genial, esas canciones suenan más cercanas y más íntimas, con nuestra voz real.

¿Leen todos esos comentarios en redes?
C.: En Instagram sí, igual que en Twitter. De donde dejamos de leer hace ya muchísimo tiempo es de YouTube, porque es muy cruel.
A.: Es más anónimo, la gente saca la víbora que lleva dentro.

¿Cómo han llevado el salto a grandes festivales en España?
C.: Pues resulta diferente, la gente no ha pagado para verte solo a ti y está menos atenta en general.
A.: Eso nos pasa también en los conciertos en España. Se respeta muchísimo menos al músico. Y como somos abiertas, jóvenes y libres, entre comillas, la gente te habla como si fuese tu mejor amigo o tu peor enemigo. ¿Cómo no te lo voy a decir si estás ahí y eres una mierda? Y te lo dicen: “Eres una mierda”.
C.: En España se asocia la música a la fiesta en general. Ir a un concierto es un planazo de viernes, a nivel festivo. En vez de ir a una discoteca, vas a un concierto de Hinds.
A.: Cuando es un concierto bueno, es un desfase que no hay en ningún otro lado. Todo el mundo se sabe ahora todas las canciones.

¿Y cómo se asume ese boom?
Amber: Da miedo.
A.: Antes era cuestión de demostrar por qué nos va bien. Ahora, la cosa se ha vuelto más real. Fallas una nota y te dicen: «Es una mierda».

¿Creen que ser mujeres influye?
Ade (Ad.): Sin parar. Ya no se habla ni de la música, nos ven con cara de niñas y es todo demasiado paternalista. Te dan ganas de decirles: «¡Que no soy tonta!».
A.: La gente ve lo que quiere ver. Las mujeres no pueden tener talento, solo belleza, pero también somos las más feas cuando nos comparas con cantantes de pop. Te hacen pensar que eres la peor mujer de la música por hacer lo que quieres.

¿De ahí el título del disco, Leave me alone (Déjame en paz)?
A.: Literalmente [risas].

¿A quién iba dirigido?
C.: A la propia industria. Hinds nació sabiendo lo que quería hacer, y de pronto entra un sello y hay muchísimas opiniones al respecto de todo: canciones, estructuras, portadas, merchandising… todos queremos llegar a vender discos, pero trázame un camino diferente.
Ad.: Ni siquiera fue algo que decidiésemos como nombre de disco. Fue una frase que repetimos durante meses cuando alguna se rayaba. Se nos quedó y la teníamos como barrera.

¿Hay que usar mucho esa barrera?
Ad.: Todo el rato.
C.: A nivel incluso profesional. En MTV querían sacar nuestra canción Bamboo, pero cambiando la letra [I need you to be around my legs, necesito que estés alrededor de mis piernas] porque les parecía demasiado explícita. Luego está Miley Cyrus directamente en bolas, pero a nosotras nos querían cambiar esa frase. Dijimos que no: si no quieres la canción como es, no quiero estar en MTV.

¿El límite se extiende al directo?
C.: La verdad es que no, hemos tocado en cada sitio [risas].
A.: Un día estas en Glastonbury y al siguiente en Turku, en Finlandia, tocando con grupos locales de música folk medieval. Para tocar, nunca hemos dicho que no, aunque pienses “¿qué coño hago aquí pudiendo estar tumbada en casa?”.

¿Pagaban las giras?
C.: Hasta antes de ayer.

¿Y ahora pueden vivir de la música?
C.: Sí, por fin ahora las giras traen beneficios.
A.: Cuesta muchísimo dinero todo. Solo las visas a Estados Unidos para trabajadores son 8.000 euros y duran un año. No paran de romperse cables, hay que comprar equipo, el merchandising, el tour manager, los hoteles, la gasolina, las dietas… normal que hayamos tardado tanto.

¿Les siguen tratando mejor fuera que en España?
C.: Sí, pero no es por nosotras. En Europa son super educados, te ponen hasta ibuprofenos, que es nuestra clave. En España son bastante más dejados por falta de costumbre, y le pasa a todos los artistas. A cambio, te dan cerveza de grifo. Luego hay sitios como Australia que no tienen backstage.
A.: Nos sentábamos en cualquier sitio y parecía que era un meet and greet para que la gente viniese a verte.
C.: Y lo de usar el baño da mucho palo. Te ven en el espejo y te reconocen como “¡ay!” [risas].

¿Tienen ya fecha para el segundo disco?
C.: Nos encantaría lanzarlo en 2017, pero hay que currar mucho y hemos tenido una paliza que no veas. El siete de enero tenemos La Riviera, que va a ser el fiestón de fin de rodaje, de “a tomar por culo”. Luego compondremos hasta marzo, y a partir de ahí a grabar. Si tenemos álbum entero lo grabamos todo, y si no en otro momento, pero nos encantaría sacarlo en otoño.

¿Alguna canción antes?
C.: No, y no sé por qué. Cosas de las discográficas.
A.: Tampoco somos un grupo de rap de estos a los que les sobran las canciones.
Ad.: Lo que molaría es hacer una colaboración.

¿Con quién?
C.: Uf, con mucha gente. Con Glass Animals, con Neon Indian…
A.: Con Drake [risas].
Ad.: Lo que mola es que salgan de una amistad entre músicos.
A.: Y nos sobran los amigos [risas].
Ad.: Después de dos años en festivales, con suficiente tiempo creando una amistad de verdad, ya no es un sello diciendo “sacad algo”, es que de verdad nos apetece meternos en un estudio a hacer cosas juntos. Es muy divertido.

¿Qué tal se da trabajar en inglés?
A.: Empezamos regular a nivel europeo, pero ya es un nivel más alto que el de un español medio.
C.: Yo tengo la teoría de que tengo peor acento. Cada vez lo hablas más por necesidad.
A.: No hacemos ningún esfuerzo por pronunciar bien, tiramos de spanglish.
Ad.: Si nos ponemos sabemos hacerlo, pero nos da pereza [risas].
A.: En realidad, al principio nos causó un trauma. Llegamos a las entrevistas a Inglaterra y no teníamos nada de fluidez. En las entrevistas nos gusta pasarlo bien, y sentíamos que no podíamos trasladar nuestra personalidad al idioma. Era muy frustrante, porque tienes que ser interesante y no un robot diciendo yes o no.

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